“Empujó la puerta que se abrió oscilando para atrás y adelante y caminó hacia el calor. Los cocineros tiraban bistecs al fuego, las llamas silbaban y se elevaban. Antes de agarrar una pila de platos para la mesa diez sacó el teléfono del bolsillo y miró la pantalla. Ningún texto”.
“La extrañeza irreductible”, de Rosmarie Waldrop. Traducción de Simón López Trujillo O bien el traductor deja al autor en paz, tanto como sea posible, y…
Odi Gonzales: “Lo que llamamos civil disobedience es el arma arrojadiza de las minorías” Plaza: Antes que todo, queremos decirle que es un honor contar…
poemas del libro: Vivas to Those Who Have Failed. New York: Norton, 2016. Los latidos del corazón del reloj pulsera Mi padre trabajaba como mecánico…